Carmen Bonilla Santiago y María León Pérez, homenajeadas por ASEM

En los salones del Restaurante Andaluz, se celebró ayer el VI HOMENAJE A LA MUJER EN LA EMPRESA,

un reconocimiento con el que la Asociación Empresarial Marteña, pretende rendir un pequeño homenaje a las mujeres que con un trabajo silencioso pero constante han ido sembrando pequeñas semillas de igualdad en nuestra sociedad, estamos seguros que en muchos casos sin ser siquiera conscientes de ello.

Es un reconocimiento a las mujeres que han abierto caminos, bien como titulares de los negocios o simplemente como colaboradoras, en muchos casos en empresas familiares y en otros, por ellas mismas, al querer buscar una realización personal, independencia afectiva, emocional y por qué no decirlo económica y que hasta hace relativamente poco tiempo no ha sido asumida por la sociedad.

En esta VI edición el reconocimiento se hace a dos mujeres que superan los 70 años y que desde adolescentes acompañaron a sus maridos poniendo ellas frente al público, mientras ellos se quedaban detrás en el obrador.

Carmen Bonilla Santiago, de Confitería Martín

María León Pérez, conocida como Maruja, la panadera del nuevo Martos.

En el Homenaje han estado presentes el Delegado de Deportes, igualdad, políticas sociales y conciliación, Antonio Sutil, El Presidente de la Diputación, Francisco Reyes y el Alcalde de la Ciudad, Víctor Manuel Torres.

El acto estuvo presentado por José Antonio Cabrera, Vicepresidente de ASEM y la vocal de la Junta Directiva, Ana Belén Molina.

CARMEN BONILLA SANTIAGO “CARMEN LA CONFITERA”

Nace en Fuensanta es la mayor de 3 hermanas, hija de Juan (agricultor) y Maria. Su infancia transcurre en Fuensanta donde conoce a los 14 años a Manuel Martín, su marido, con el que se casa en 1964 en la parroquia de Fuensanta, para trasladarse a Martos, donde Manuel había alquilado una casa en la plaza del Ayuntamiento que la convierten no sólo en su hogar, sino también en su centro de trabajo.

Mientras Manuel está dentro en el obrador, Carmen, dejando su gran timidez de lado se pone detrás del mostrador para hacer frente a la parte comercial del negocio. Su gran simpatía y espontaneidad hace que pronto se gane el cariño de todos sus vecinos de Martos.

Madre de dos hijos, Mari Carmen y Manuel, Carmen va conciliando su vida familiar, con su gran pasión “la atención al público”.

Tras más de 50 años Carmen hoy continúa atendiendo junto a su hija a quienes atraviesan la puerta de su casa, porque nunca, ni siquiera ahora ha podido separar su casa de su negocio.

MARIA LEÓN PÉREZ: “MARUJA, LA PANADERA DEL NUEVO MARTOS”

Nace Maruja en Castro del Río en 1934, siendo la menor de 3 hermanos, hija de Manuel y Salud. Recuerda que la primera vez que vio nuestra ciudad fue en 1938 en plena guerra civil, cuando vino con sus padres a refugiarse en el refugio de San Amador.

Finalizada la guerra vuelve a su Castro del Río natal donde en el Taller de costura de Dª Ana Puebla, aprende a coser y conoce a la edad de 14 años al hijo del panadero del pueblo, Pedro, con el que se casa en Córdoba en la parroquia de San Lorenzo, 8 años más tarde. Allí mientras Pedro elabora y reparte el pan, Maruja se dedica a coser para particulares, convirtiéndose en una modista muy conocida en la ciudad califal.

Cuando ya tienen a sus dos primeros hijos en el mundo, Fernando y Manolo, la familia decide trasladarse de nuevo a Castro del Río para hacerse cargo del obrador de Pan que allí tienen los padres de Pedro, es entonces cuando Maruja se pone por primera vez detrás de un mostrador. Y comienza una dura vida, pues la familia crece nacen Pepi, Pedro y Salud y Maruja además de despachar en la tienda, se mete en el obrador para ayudar a su marido con los dulces, la limpieza del mismo….

Es entonces cuando pide a sus padres que se trasladen a vivir con ella, hasta el fallecimiento de ambos siempre han estado junto a Maruja.

Será en 1986, teniendo noticias a través de una hermana de Maruja de que en Martos se está desarrollando una gran zona de viviendas entorno a la fábrica y de la necesidad de dotar de servicios al nuevo barrio, cuando Pedro y Maruja deciden cerrar el obrador de Castro del Río, comprar un local en el barrio del Nuevo Martos y abrir allí una nueva empresa, convirtiéndose Maruja en La Panadera del Barrio

De carácter abierto y emprendedor, Maruja no se conforma con vender el pan y los dulces caseros, sino que amplía la oferta del negocio introduciendo latas de conservas, chucherías para los niños que acudían al nuevo instituto, bebidas frescas para los albañiles que estaban construyendo las casas.

Tantos años de esfuerzos y duro trabajo han causado mella en su salud y Maruja y Pedro deciden en el inicio del milenio, dejar el negocio en manos de sus hijos y volverse a Castro del Río donde ahora residen en la que fue la casa familiar.

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